Dijo que se le apareció un "ángel"

Dijo que se le apareció un "ángel"

Se sabe: cada vez que Susana Giménez abre la boca, deja títulos y frases memorables, que luego son replicadas por su impacto y por el calibre de la figura que las enuncia. Si bien hace tiempo la diva se guardó al silencio con su vida perfil bajo en su casa de Rincón del Indio, en Uruguay, cuando accede a dar una entrevista genera mucho rebote mediático.

Eso sucedió en las últimas horas, cuando le brindó un reportaje en profundidad a la periodista Flavia Fernández para La Nación y dejó mucha tela para cortar. Entre otros temas habló de su vínculo con Mirtha Legrand, su relación con la prensa, su día a día, la política, su decisión de vivir en el país charrúa y la muerte. Sí, habló largo y tendido sobre la muerte puesto que la tuvo muy cerca cuando se contagió de COVID y pasó más de un mes en terapia intensiva.

"A mí no me da miedo pensar en la muerte, ¿sabés? A ver... cuando estaba en el sanatorio sí me daba terror morirme. Pero después te empezás a acostumbrar a pensarla. Para algo nacemos. Y la realidad es que comenzamos a envejecer desde el día que nos sacan de la nursery. Pero, claro, nadie nos habla de eso cuando estamos en la flor de la edad. Hay que asumir que la muerte es irrevocable. Sucede que somos bien tanos en estos asuntos, y absolutamente dramáticos", sostuvo con firmeza Su.

Luego llegaría la pregunta de rigor de Fernández. "¿Qué imágenes te quedan de ese mes negro, en terapia? ¿Qué pasó por tu cabeza?", indagó la periodista. Seria y sumamente reflexiva, la diva de Telefe respondió: "No tenía teléfono, obvio, pero de alguna forma sentía el amor y sabía de la catarata de cariño que abundaba en las redes. No veía nada, pero después me lo contaron. Siempre fui muy sana, así que no podía creerlo. Y cuando veía que empeoraba me quería morir. Bah, vivir. Gracias a Dios pude zafar, pero la verdad es que muchos pensaron que no iba a salvarme".

También reveló el hábito poco saludable que dejó atrás en su vida y cómo lo cambió. "Terminé haciéndole caso a los médicos, que me decían que tenía que tomar agua, agua y más agua. Y la verdad es que todos lo saben: yo detesto el agua. No me da ganas de tomarla. Pero un día entró un doctor vestido de astronauta, con esas cosas que se ponían, y me dijo: ´Si usted no empieza a tomar agua, yo no puedo hacer nada más´. El susto que me pegué. Y empecé a tomar agua como loca. Después me pusieron un par de inyecciones muy especiales, un suero que no recuerdo el nombre, por suerte, ya que no se puede aplicar sin prescripción médica y es recomendada solo para ciertos casos e instancias de la enfermedad", afirmó.

Respecto al costado místico de la estrella, contó a quién le rezaba. "A mi protector, San Miguel Arcángel. A él le pedía todo el tiempo. Y no sé qué me ponían en el suero, pero algo sucedía en esa habitación. Un día tuve alucinaciones, supongo, pero lo vi clarísimo al guerrero. Me estaba mirando. Siento que él me salvó. Yo tenía una estampa en la mesa de luz, pero ahora compré un cuadrito divino. San Miguel es el jefe de los Ejércitos de Dios. Para los cristianos es el protector de la iglesia. Muy poderoso. Yo le agradezco todos los días. Es un guerrero absoluto", cerró, conmovida.

Fuente: Pronto.