EL ALJIBE AFIANZA SU TRABAJO

EL ALJIBE AFIANZA SU TRABAJO

Cuando desde SeNAF se planteó la necesidad de pensar en dispositivos que promovieran la construcción de una nueva institucionalidad destinada a la protección integral de derechos de niñas, niños y adolescentes, uno de los primeros espacios en abrir sus puertas fue la Casa El Aljibe, luego establecida como Casa Abierta El Aljibe.

Este lugar funciona desde 2010, en su sede de calle Río Negro. Desde allí, trabaja activamente tanto con los vecinos y vecinas como con otras instituciones y fuerzas vivas de los barrios Observatorio, Cupani y Güemes.

“El programa Casas Abiertas tiene su antecedente en El Aljibe. Ese espacio territorial de la SeNAF estableció, desde sus comienzos, un vínculo con las niñas, niños, adolescentes y sus familias. En todos estos años se caminó el barrio, y a su vez la comunidad participó y participa activamente de distintas actividades. El Aljibe ha buscado siempre fortalecer su trabajo en red con todos actores del territorio: escuelas, clubes, familias… Un trabajo sostenido y comprometido que le ha permitido ser hoy un referente”, expresa Sandra Aiassa coordinadora del Programa Casas Abiertas de SeNAF.

En sus comienzos, El Aljibe concentró su actividad en el acompañamiento educativo, pero con los años el campo de acción se amplió hacia el fortalecimiento familiar y comunitario. Todo el que llega a El Aljibe encuentra asesoramiento, acompañamiento y contención. “Actualmente una de las mayores demandas está asociada al trabajo, en especial a los programas de trabajo para los jóvenes. También hay demandas vinculadas a temas de salud (sobre todo a cuestiones psico-emocionales)”, explica Ernestina Elorriaga referente institucional que trabaja en El Aljibe desde sus inicios.

En esa línea, se realiza mensualmente la Festiferia, una propuesta que reúne a feriantes de los tres barrios que integran la mesa de trabajo. En el marco de esa propuesta se promueven también actividades recreativas y culturales para las familias. La última edición tuvo lugar el pasado fin de semana en la Plaza Balseiro de la calle Laprida.

Durante el 2020, el contexto de pandemia obligó al espacio a acompañar distintas situaciones surgidas en torno a esta problemática sanitaria. “El año pasado, con de la pandemia, se consiguió telas, juntamos a un grupo de mujeres y ellas empezaron a hacer barbijos que luego llevaron a los comedores. Además en El Aljibe hay unas computadoras que los chicos y chicas usan para hacer sus tareas escolares. También hicimos una campaña de vacunación. Seguimos con nuestras actividades de siempre, porque desde El Aljibe se asesora en toda clase de necesidades y consultas que van desde la documentación hasta cuestiones de salud o temas laborales. Lo más importante es que contamos una mesa de trabajo en la que participan otros actores e instituciones del barrio”, cuenta Ernestina Elorriaga quien junto a su equipo están convencidas que la única manera de desarrollar proyectos es a través del trabajo en red.

Más de una década de historia

El acompañamiento educativo fue la estrategia de apertura de la Casa Abierta El Aljibe. El trabajo con las escuelas se transformó en la semilla embrionaria que, posteriormente, puso en marcha todo lo demás.

Dos años después, un enfrentamiento entre grupos barriales –que terminó trágicamente con la muerte de un joven- generó la necesidad de afianzar el trabajo con las familias. El proceso fue lento, sin embargo poco a poco se instalaron talleres, espacios de diálogos y de construcción colectiva.

Un programa que se fortalece

En la actualidad hay 12 Casas Abiertas distribuidas en distintos puntos de la ciudad, algunas de estas en convenio con ONG’s u otras organizaciones. Cada una tiene su impronta, pero todas tienen un objetivo común: garantizar la protección de derechos de niños, niñas y adolescentes a través del fortalecimiento familiar y comunitario.

“El Programa Casas Abiertas busca promover y fortalecer la construcción colectiva del sistema de Protección Integral de Derechos de la niñez en espacios territoriales. El desafío desde este programa es pensar en red. Esa es la impronta que permite armar estrategias con los actores que están en el territorio (centros vecinales, dispensarios, escuelas, organizaciones, comedores, merenderos), resume Sandra Aiassa.