ESCÁNDALO CON ALBERTO SAMID

ESCÁNDALO CON ALBERTO SAMID

Alberto Samid, el empresario de la carne condenado en una causa por evasión, protagonizó otro escándalo al violar la prisión domiciliaria y terminar siendo echado de un restaurante por un grupo de comensales.

Quien se hacía llamar "rey de la carne" en los ´90, fue condenado a 4 años de prisión por integrar una asociación ilícita dedicada a evadir impuestos.

Luego fue beneficiado con la prisión domiciliaria por problemas de salud, pero venía siendo cuestionado por sospechas de incumplimientos.

Este lunes, fue reconocido por varios comensales mientras almorzaba en un restaurante de la localidad de Ramos Mejía, en el partido de La Matanza.

Estaba junto a otros dos hombres en una mesa del local "Paja Rota", en Avenida de Mayo 836, de esa localidad del oeste bonaerense.

Ante las protestas de dos clientas, Samid y sus dos acompañantes abandonaron el lugar, abucheados por otros comensales.

Almorzaba junto a dos acompañantes cuando dos mujeres se les acercaron y una empezó a filmarlo con la cámara de un teléfono celular. Una incluso le empezó a preguntar si no debía estar en prisión domiciliaria y le pidió que mostrara su tobillera electrónica.

El cruce fue subiendo de tono, hasta que una de las mujeres le reprochó: "¿No tiene vergüenza de estar acá?". Samid evitó contestar, miró un par de veces a la cámara e intentó seguir comiendo, antes de finalmente levantarse de la mesa.

En ese momento uno de los acompañantes del empresario le preguntó a las mujeres si eran policías y una respondió: "A lo mejor sí, o tal seamos de un juzgado". Samid se levantó y, sin decir palabra, caminó rumbo a la puerta, seguido por sus dos acompañantes.

En ese momento, las dos mujeres levantaron la voz para advertir al resto de los comensales que Samid tenía "prisión domiciliaria", y comenzaron a gritarle: "Que se vaya, andate chorro, ladrón, mafioso. Andate mafioso. Por vos estamos así, por gente como ustedes".

Como se fueron sin pagar la cuenta, el encargado del local debió perseguirlos por la calle para que le abonaran la comida.

Fuente: La Nueva Mañana.